El principio de empuje se refiere a una estrategia de gestión de la producción y el inventario en la que los bienes se producen o se lanzan al mercado en función de la demanda prevista en lugar de la demanda real de los clientes, con el objetivo de crear un inventario que luego se venderá.
El principio Push se basa en predecir la demanda de los consumidores y producir bienes por adelantado, con el objetivo de satisfacer esta demanda proyectada. Este método contrasta con el principio de atracción, que se basa en la demanda de los consumidores en tiempo real. En la logística y la gestión de la cadena de suministro, ayuda a las empresas a planificar con antelación, aunque también conlleva el riesgo de sobreproducción.
El principio Push funciona pronosticando la demanda y produciendo bienes en función de esas predicciones, en lugar de esperar a que lleguen los pedidos reales. Este enfoque beneficia a su empresa al permitirle planificar y producir con antelación, lo que reduce el riesgo de quedarse sin existencias.
Sin embargo, también puede provocar un exceso de inventario si las previsiones son inexactas, lo que podría inmovilizar el capital. Cuando se usa correctamente, el principio Push mejora la eficiencia de la cadena de suministro al minimizar el tiempo de inactividad de la producción y mantener los niveles de inventario consistentes.